miércoles, 23 de julio de 2008

Psicología Dental

La consulta al dentista:
La psicología de la salud aporta al quehacer diario de los dentistas instrumentos valiosos para poder manejar situaciones difíciles, y a la propia persona numerosas estrategias para conseguir una óptima salud dental.
Si bien el tratamiento odontológico no es asumido por los sistemas públicos de salud en muchos países, es un problema de salud en mayúsculas, que a la mayoría de las personas preocupa y angustia cuando debe enfrentarse a él, bien sea para uno mismo o para los hijos. Hoy en día la odontología como cualquier otra ciencia se mueve en un campo multidisciplinar, es decir, actúa conjuntamente con múltiples profesionales de otros ámbitos de forma que están preparados para derivar los problemas que no sean de su ámbito a estos especialistas. Entre estos profesionales se encuentran los de la salud mental, y concretamente los psicologos. Las aportaciones de la psicología se han realizado en muchos niveles, porque cuando hablamos de salud bucodental el trabajo comienza en la educación y prevención desde que se es pequeño y se mantiene a lo largo de toda la vida.
Los hábitos en general son actos que se convierten en una costumbre o práctica adquirida gracias a la frecuente repetición de dicho acto. La adquisición de hábitos saludables relacionados con la higiene bucodental debe aprenderse desde edades muy tempranas; es el campo que abarca la prevención y que pretende evitar que aparezcan problemas posteriormente. Así, a nivel preventivo, los odontólogos realizan intervenciones educativas a través de información e instrucciones, utilizando técnicas como la ejecución supervisada, la modificación de actitudes y creencias, las intervenciones dirigidas a entrenar los comportamientos de higiene dental, e intervenciones dirigidas a incrementar la adherencia a las prácticas de higiene dental.Otro problema donde trabajan conjuntamente la psicología y la odontología es en la aparición y manejo del miedo, factor en muchas ocasiones asociado a la consulta del dentista. Cuando éste aparece puede provocar situaciones como evitar llamar para pedir una cita, evitar revisiones periódicas, que se den conductas durante la consulta como cerrar la boca, ladear la cabeza, levantarse, dar manotazos, gritar, quejarse o llorar. Dentro de los miedos se han hecho estudios que indican que los más frecuentes están asociados al hecho de ver la jeringa, al pinchazo de la anestesia, a escuchar el sonido del torno y a la visión de éste. Y respecto a las intervenciones las más temidas son las extracciones de piezas y las endodoncias.La prevención del miedo se realiza fundamentalmente con niños. Para ello se utilizan diferentes técnicas como crear un medio ambiente controlado y seguro que no le resulte aversivo al niño, utilizando muebles infantiles y juguetes en la sala de espera; es importante que todo el personal tenga un buen entrenamiento encaminado a controlar adecuadamente el comportamiento del niño, utilizando además un vocabulario y reforzadores apropiados; en todo este manejo también es bueno permitir que el niño se familiarice con los instrumentos dentales que se van a utilizar. Otra de las premisas es evitar, siempre que sea posible, que se utilicen con el niño medidas y procedimientos invasivos. Por último, otra de las recomendaciones es la creación de una historia de experiencias positivas asociadas a la situación dental, a través de las llamadas técnicas preparatorias.En el tratamiento de los miedos cuando ya están instaurados, se utilizan técnicas psicológicas concretas tanto en niños como en adultos, como la relajación y la visualización o la desensibilización sistemática. El dentista siempre tendrá presente la evaluación de la conducta, y dependiendo de la duración e intensidad del miedo realizará intervenciones encaminadas a su manejo, o derivará a un profesional de salud mental para trabajar el problema.

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